La Cartima íbera tuvo una necrópolis de carácter monumental entre los siglos V-II a. C. Sabemos por los ajuares procedentes de esta necrópolis que los gobernantes de Cartima eran íberos y no fenicios. El ritual empleado en los enterramientos fue la incineración. Las cenizas del guerrero se introducían en una urna que se enterraba junto a su ajuar. Entre los elementos se encuentran armas inutilizadas al ser partidas o dobladas, panoplia, fíbulas y abundante cerámica griega de figuras rojas.
