De la ciudad íbera que se construye a partir del siglo VI a. C. se conservan restos de un santuario de carácter religioso. El edificio consta de varias habitaciones con suelos de arcilla de color rojo. En una estancia, que estaría abierta al exterior, se encuentra un altar donde se quemarían ofrendas. Éste es una pileta de arcilla cocida y muros de adobe revestidos de cal.
